Sin duda, uno de los símbolos más importantes de la identidad de la imagen del Santo Cristo de la Misericordia es su dosel, o como se llama en Jódar: su espaldar.
Este dosel simbolizaba el llamado “velo de las tinieblas” y estaba muy extendido en las iconografías de los Cristos de la Veracruz de la provincia de Jaén, pero en forma de vela, y no con dosel, como sólo ocurre en muy pocos casos: el Cristo de la Veracruz de Iznatoraf.
El signo de la Nueva Alianza entre Dios y los hombres está simbolizado en este velo de tinieblas.
Durante el siglo XIX, por lo menos, la imagen también estuvo cubierta totalmente por un velo de tul morado, sin duda en la época de Semana Santa.
Este espaldar también podría simbolizar el “manto de la misericordia” que a todos acoge.
La primera referencia a este dosel, llamado entonces “velo”, se remonta al año 1678 cuando testa Juan Pérez[1], y deja 141 reales al Santo Cristo para “que a su costa y bienes se haga un belo de tafetán de color de hoja de caña para el Sto. Xpto de Sra Sta Ysabel qe lo tenia ofrecido y era su boluntad”, este velo debió tener un color verdoso.
En 1711 testa Isabel de Robres[2], viuda de Manuel de Gámez y dice: “Ytem mando que luego que fallezca se Vendan Unos Zarcillos y quatro pendientes que tengo de oro y con su Valor se le haga un dosel de Damasco a el Sto christo de la Misericordia y si algo faltare lo cumpla la dha mi madre que asi lo tenemos Comunicado y es mi boluntad”.
En 1751[3] Juana de Herrera deja 40 reales “para un belo” al Cristo de la Misericordia.
Desde comienzos del siglo XX se estabilizó la tradición de un espaldar encarnado o granate, el de procesiones era morado.
El Cristo según los tiempos litúrgicos cambiaba su color de espaldar, acomodándose a las vestiduras sacerdotales.
También existió un espaldar de seda blanco, bordado con rosas de pasión en hilo de plata, que al deteriorarse se retiró del culto.
Hemos tenido acceso a parte de las piezas bordadas, comprobando que en efecto, estaba bordado sobre fondo de seda blanco.
Dichas piezas fueron recortadas en época imprecisa y pasadas a un nuevo tejido en seda encarnada, para seguir la nueva moda.
Por la técnica y diseño de las mismas, que siguen el esquema del espaldar de 1926, podemos datarlo en el siglo XVIII, y sin duda era la pieza bordada más antigua que conservaba la imagen, actualmente sólo se conserva la mitad de piezas bordadas[4].
En la iglesia se veneraba con un espaldar de damasco encarnado, teniendo otro de damasco blanco y uno morado, para los tiempos litúrgicos correspondientes.
Ildefonso Alcalá Moreno
[1] (Archivo Parroquial de la Asunción de Jódar)A.P.A.J. Libro VII de sepelios. Testamento de Juan Pérez. 3 de noviembre de 1678.
[2] (Archivo Histórico Municipal de Úbeda). A.H.M.U. Sección protocolos notariales. Tomo 1710-12. Testamento de Isabel de Robres de 30 de julio de 1711.
[3] A.H.M.U. Sección protocolos notariales. Tomo 1364. Testamento de Juana de Herrera. 3 de octubre de 1751.
[4] Actualmente estas piezas las conserva Isabel Cueva León, quien gentilmente nos las ha dejado examinar y ha dado todos estos valiosos datos sobre ellas. Nos afirma que le fueron donadas por una descendiente de la santera de la iglesia del Santo Cristo, y que estaban bordadas sobre un paño encarnado, ella separó las piezas de dicha tela para confeccionar un paño de altar, que al final no llegó a realizar.